jeudi 31 janvier 2008

The False TAINOS of Baracoa and CUBA


Written in conjunction with and presented at International meeting of SOLAR in Rio de Janeiro
Dr Sudah Yehuda Kovesh S and Dr Ivette Garcia (currently a Cuban diplomat assigned to Lisbon, formerly Dean of Research at the International Institute in Havana)

"FALSA NACIÓN TAÍNA. CONSTRUCUCIÓN DE LA IDENTIDAD BARACOENSE. CUBA ES DE NOSOTROS".

Preámbulo El tema indígena ha sido generalmente subestimado en la historiografía cubana, a tono con la repetida tesis de rápida extinción y escaso significado en la identidad, la nacionalidad y la nación cubanas. Sin embargo, en Cuba existen regiones históricas cuya resultante cultural no puede comprenderse si no se atiende a este componente.(1) Tales creencias, así como la permanente imagen de un pueblo formado esencialmente por blancos españoles y negros africanos, también deja un campo abierto a toda suerte de especulaciones. Dentro de esa última consecuencia referida y en cierta medida se encuentra la repercusión del Proyecto “Nación Taína de las Antillas y la diáspora”, extensivo como su nombre lo indica, a las Antillas y en particular a Cuba. Ello contribuye aún más a tergiversar el asunto de referencia, por lo menos en Cuba desde los años 90 pasados. El referido proyecto realza, más allá de lo estrictamente científico y objetivo, el eslabón indígena con una visión de lo nacional que trasciende a la región y a Cuba. Así, se desconoce el proceso de transculturación real que ofrece como corolario, una resultante étnica propiamente baracoesa y cubana. “Nación Taína se inspira, según sus impulsores, en la valentía y el espíritu de Anacaona, Caonabó, Weíbana, Hatuey, Wamá y Enrique Warocuia. Se inicia a mediados de los años 90 con sede en N. York y enlaces en Cuba a través de Baracoa y Guantánamo fundamentalmente. Realiza encuentros todos los años. Es un movimiento con representatividad en el sistema de Naciones Unidad y se ha pronunciado a favor de la salida de Estados Unidos de Vieques, de movimientos indigenistas como el de los INNU en Canadá, de los de Argentina, de los zapatistas de México y otros. En el Caribe insular, y en Cuba en particular, existen posiciones diversas en cuanto al movimiento de referencia. Una es la de negación o rechazo por aquellos que lo perciben como factor secesionista y engañoso que trata de dividir a la nación cubana al exaltar lo indígena como minoría nacional -para el caso de la mayor de las Antillas-. Otra es la postura que sin desconocer lo que de positivo para otras naciones tiene tal proyecto, lo asume más como un desafío e impulso para adentarse en los estudios sobre tal componente de la nacionalidad cubana. Finalmente, una tercera posición es la sumamente favorables y comprometidas con ese movimiento, que además se vuelve atractivo para algunos, sobre todo en regiones apartadas como la que ocupa el presente trabajo.
Asumiendo la segunda postura, los autores del presente ensayo examinan la identidad y la etnicidad y sus especificidades en cuanto a la construcción de ambas pertenencias desde lo indígena en el caso cubano. Analizan, desde una visión histórica y antropológica, la formación identitaria de la región histórica del extremo Oriente de la mayor de las Antillas, la que tiene el mayor componente indígena de la isla. Para ello se toman en cuenta los indicadores fundamentales para el análisis regional hasta su resultante cultural actual. Los Taínos del extremo Oriente de Cuba y su legadoAntes de la conquista existían en distintos puntos del archipiélago cubano comunidades humanas de diversos troncos étnicos, el más desarrollado de los cuales era el arahuaco, los Taínos. Aún y cuando algunos elementos han sugerido una relativa homogeneidad en la isla, la falta de unidad política de los cacicazgos y las diferencias regionales de estilo cerámico y de contexto arqueológico, deciden en que no se trate de una unidad étnica. La región de mayor nivel técnico productivo y demográfico de la isla es la de Baracoa.(2) Se ha considerado incluso por los arqueólogos como región prehispánica, incluyendo a las zonas de Maisí, Baracoa, Sagua y muy probablemente Moa.(3) En la memoria histórica de los pobladores de todas esas zonas, se identifica a Imías, Moa, Maisí, San Antonio del Sur y Sagua, como un todo junto a Baracoa “en tiempos muy lejanos”. El centro más compacto de todo ese espacio es el que observara Colón entre el río Duaba y el puerto de Baracoa en la costa norte.Se trata de un área ocupada por las culturas Preagroalfarera, Protoagrícola y Agroalfarera. La coexistencia de más de un grupo se ha reconocido desde el siglo XVI, aún y cuando la región se identifica generalmente como Taína, dado que es su componente básico al iniciarse la conquista. A pesar de constituir culturas diferentes existe, sin embargo, una unidad regional relativa, si se consideran las evidencias mencionadas más arriba, la representación numéricamente mínima de los dos primeros grupos y la certitud de que todos esos sitios se comunican y tienen relaciones entre sí. El espacio que se estudia es uno de las que reciben oleadas migratorias del interior y exterior de la isla hasta muy poco antes de la conquista. Asumiendo la cronología más antigua –el 8000 a .n.e.-, tal proceso se produce generalmente desde las Antillas Menores, desde las costas centroamericanas y suramericanas (Venezuela, Nicaragua y Honduras), e incluso desde Florida y Mississippi y desde el siglo VI d.n.e., especialmente de Quisqueya. El completamiento de esos conjuntos se produce durante las primeras décadas del siglo XV d.n.e, con grupos que vienen de las mismas áreas y de igual tronco étnico Taíno. Estas últimas oleadas constituyen una unidad etnolingüística de origen arauaco, los que no deben tener un difícil proceso de inserción, dado que incluso la lengua preagroalfarera debió tener similitudes con la arauaca.En los escritos del fray Bartolomé de Las Casas se deja constancia de que esos aborígenes “(...) Estaban como dixe abundantísimos de comida y de todas las cosas necesarias á la vida. Tenían sus labranzas y muchas y muy ordenadas de lo qual todo tener de sobra (…).”(4) Su forma habitacional se distribuye en Sitios de habitación , Paraderos y Lugares Ceremoniales, lo cual corresponde igualmente a la definición de sitios de “tierra adentro” y “costeros”. En Baracoa se confirman asentamientos de esa cultura en todo el espacio, exceptuando Moa y los lugares más intrincados de la topografía, donde, salvo en las zonas colindantes del actual municipio Moa con Baracoa, no se han encontrado restos hasta el momento. La presencia de los Preagroalfareros y de los Protoagrícolas es realmente ínfima. Hasta el momento se pueden constatar un total de 262 sitios arqueológicos, la mayoría de los cuales (102) están en el actual municipio de Baracoa.(5) Se trata de una ocupación intensa y entre cuyos sitios se encuentran 13 cuevas destinadas a ceremoniales.(6)El estudio antropológico de gran número de restos óseos permite conocer los caracteres físicos de la población predominante. En general son de talla pequeña: 1.58 cm los varones y 1.48 las hembras, característica que coincide con los pueblos arauacos que hoy viven en el norte de Colombia, Venezuela y la Guayanas. De frente ancha y aplastamiento frontal, pómulos poco pronunciados, nariz achatada, boca grande y en general, con rasgos faciales de la raza mongoloide-americana, así como una tez de color cobrizo y cabello grueso, negro, lacio y casi siempre corto. La población aborigen ocupa lugares de la región por razones ecológicas y ambientales, las que influyen en su emplazamiento y desplazamientos, e incluso en las diferenciaciones culturales por segmentos del área, marcadas por las variaciones del relieve, clima y componentes medioambientales. El extremo este -Maisí- es puente entre Cuba y Quisqueya, desde donde llegan las distintas oleadas migratorias de grupos arauacos, pero de diferentes niveles culturales. De ese modo la condición de frontera marítima también condiciona una mayor presencia aborigen y una más elevada calidad de los grupos, ejerciendo así dicha frontera un efecto positivo en cuanto al acceso, pero limitado en cuanto a un virtual proceso de consolidación regional. Siendo portadores de una economía agrícola, para los grupos taínos la zona árida de las primeras plataformas de Maisí no ofrece ventaja, lo que los empuja al oeste en busca de tierras feraces y ríos permanentes, aunque sin alejarse mucho de las costas, en vista de la dependencia que aún tienen de las cosechas del mar, la tradición marítima y la topografía. El sistema ecológico de la actual ciudad de Baracoa y su periferia, propicia el mayor asentamiento por la posibilidad de combinar allí la caza, la pesca, la recolección y la agricultura, dadas las mejores condiciones de los suelos y las buenas condiciones hidrográficas. El macizo montañoso de la región, que observando desde la costa norte o sur la fragmenta toda por el centro, limita sobremanera una ocupación homogénea e intensa del espacio físico y consecuentemente lo que pudo ser en otras condiciones, un proceso consolidado de integración regional prehispánico. No obstante, suficientes argumentos prueban que las comunidades que comparten el espacio conocen y aprovechan en un grado considerable el medio. Ello se corrobora con la sistemática práctica interactiva con el mismo y la manera como este interactúa y se articula con la cultura existente. La práctica de una economía productora en fase superior determina que, sin excluir las actividades de caza y recolección animal, marina o litoral, sus integrantes efectúan una más intensa y concentrada explotación del territorio cultivable. Junto a los otros de las Antillas, esas comunidades originarias se comprenden en la llamada “Área Cultural de la Yuca ”. Dicha clasificación indica que la agricultura es la fundamental actividad económica y la yuca el cultivo básico, proceso en el cual la fase artesanal derivada del cultivo del tubérculo alcanza un elevado significado.(7)Lo antes dicho supone una determinada utilización y estructura de la tierra. Los “Conucos” son las parcelas de tierra que se dedican a la siembra de variados productos, pero especialmente a la yuca y el ají, tal y como es tradicional en otras comunidades aborígenes del Circuncaribe. A la yuca le sigue en importancia el boniato, batata o aje, del cual conocen diversas variedades que aún existen. También el maíz de varias clases, el güagüí, frijoles (negro, carita, caballero), maní (de menor importancia), bija, algodón, Lerén o Yerén, tabaco, ají picante. Además se sirven de frutas, semillas y raíces silvestres que les ofrece el medio. Aprovechan asimismo plantas productoras de fibras como el “maguey” y el “henequén”, de las cuales hacen sogas, cordones y cuerdas. Usan la Bija para también obtener el colorante rojo con el que se pintan la cara y el cuerpo, así como la Jagua de la que obtienen el tinte negro y la Manzanilla como planta medicinal. De acuerdo a descripciones como la de Roberto Mateizán, por ejemplo, toda la parte alta del Seboruco, donde más de 200 años después se establece una fortaleza, es un gran conuco donde se cultivan boniatos, ananás, papayas, yucas hasta cerca de 80 000 matas productoras y el maíz.(8)De todas maneras, el perfeccionamiento de sus instrumentos de trabajo les permite usar prácticas novedosas como la tumba de montes y otras variantes de deforestación para el desarrollo de la agricultura. En ese sentido la evolución gradual se observa al considerar el tránsito de un modo de cultivo simple como el de “roza” a otro superior, el de “montones”. Los Taínos elaboran sus instrumentos de trabajo con piedra, concha, madera y hueso, con una mayor perfección. Así se reconoce el desarrollo de implementos agrícolas y de pesca y para uso doméstico. Del primer bloque puede mencionarse la Coa , que también con otros nombres la utilizan las comunidades maya–yucatecas, así como el hacha de piedra pulida. La navegación constituye su principal arma de trabajo en cuanto a la pesca y se valen también de implementos efectivos de mar, como los sumergideros de red. Por tanto, el río es muy importante como hábitat, como fuente de alimentos, provisión de agua y vía de comunicación, para lo cual se sirven de las canoas, seguramente los cayucos, avíos de pesca y piraguas de caoba, cedro y ceiba de diferentes tamaños, con capacidad para un remero y otras para más de una veintena. No pocos de esos elementos de la cultura aborigen de la región se aprecian todavía pues, entre otras razones, esa cultura de mar la respalda desde entonces una amplia fuente maderable, similar a lo que ocurre en otras comunidades del Circuncaribe. Son igualmente muy hábiles en la confección de esteras y en las labores de cestería. El Sibucán, el Jibe y el Guacal, por ejemplo, se tejen con hojas de palma, así como las jabas, jabucos y catauros; estos últimos de yagua. Asimismo, se destacan como alfareros y sus cazuelas, escudillas, platos, calderos y botellas guardan una cierta perfección de líneas. La propiedad de los medios de trabajo es personal y en algunos casos la fabricación de estos y de otros bienes es un derecho clánico, familiar o de grupos de sexos. Los mencionados aspectos dan idea de que la comunidad del lugar alcanza antes de la conquista un nivel tecnológico que le permite gran flexibilidad productiva en su interrelación con el medio ambiente. Su ajuar evidencia que son capaces de realizar múltiples tareas, todo lo cual ofrece certitud acerca de la diversidad de sus instrumentos de producción, así como del desarrollo de habilidades y relaciones sociales. No obstante, hacia 1510, cuando se produce la conquista, dichas comunidades viven en fase tribal, es decir, de acuerdo a la práctica de la convivencia como aglomeración de familias o pueblos bajo la autoridad de un jefe. Su organización social se asienta en esas relaciones gentilicias de cierto nivel de desarrollo, con algunos síntomas que indican un tránsito hacia la etapa patriarcal. Consecuentemente, la sociedad se divide jerárquicamente según ese tipo de relaciones, las funciones organizativas de sus miembros y la posición que cada cual desempeña en las actividades productivas. La familia gira en torno a la mujer. Por ello la herencia sigue por lo general la línea femenina y la mujer puede desempeñar el Cacicazgo. La existencia de vínculos afectivos de diversas clases alude a otros elementos de unión dentro del grupo. Entre ellos el papel de la familia, el significado de la mujer, la que – como se ha visto - no ocupa una posición inferior al hombre, sino que es su compañera y en muchos casos, luego de la conquista, se manifiestan más rebeldes que los hombres. Importante igualmente es el amor a los hijos, lo cual se demuestra por los documentos de las primeras décadas de la conquista, que revelan la cantidad de padres y madres que se entregan a los españoles al ser apresados sus hijos y también la decisión –ante la imposibilidad de aliviar sus penas producto de la esclavitud– de sacrificar primero a aquellos y luego suicidarse ellos. Cada clan posee una persona o personas que detentan la máxima autoridad, sobre la base de la edad, la consanguinidad, la experiencia y el prestigio ante la comunidad y precisamente, el acatamiento y respeto al jefe del grupo es otro importante vínculo social. Se clasifican los Caciques como jefes principales, los Nitaínos que son los subjefes y a la vez consejeros y los Naborías. Estos últimos se dedican, entre otras, a las actividades agrícolas.(9)Lo que anteriormente se explica está directamente vinculado con el régimen alimentario. Existió y existe toda una cultura de la yuca o “cassava” en el Circuncaribe, alimento por excelencia de las tribus del Orinoco y las Antillas. Así, la dieta taína se compone básicamente de yuca, ajes o ñame, maíz tierno, huevos de aves y animales marinos, carne de ave, más los productos del mar. Se trata de una dieta variada y flexible porque la comunidad recurre a varios sistemas de extracción de su comida: el cultivo de plantas, la pesca, la caza de animales de monte y/o crianza de algunos. En ese plano también es una cultura que comparte similitudes con la de los pueblos de las regiones tropicales húmedas del Circuncaribe, cuya dieta es de tubérculos combinados alternativamente con pescado fresco o carnes de cualquiera de los animales que tienen. Prefieren las comidas asadas a la brasa y también cocinan los alimentos mezclados en un solo recipiente. Este elemento resulta muy interesante por las similitudes que levanta en toda la región del Circuncaribe y que atañen también al lenguaje de la época. Se ha demostrado que las hojas tiernas de la yuca tienen un potencial nutritivo superior a la mayoría de las especies que hoy nos alimentan; que los carbohidratos los reciben de la propia yuca, el boniato y otros tubérculos, así como las proteínas de las carnes. Lo que puede corroborarse sobre la relación hombre–medio y su impacto en la cultura alimentaria, es extensivo a la cultura material en general y particularmente en lo que se refiere a las formas para confeccionar sus casas. Para esto último se sirven de la abundante madera de sus bosques. La casa taína es de paredes de varas de madera, piso arenisco y techo de guano, lo cual demuestra su grado de habilidad e inteligencia. Se distribuyen alrededor de un edificio central al que llamaban Batey, donde celebran fiestas religiosas. En algunos poblados construyen la “Casa Grande” como centro ceremonial con techos cónicos o poligonales, y algunas veces también como punto de recolección de sus alimentos. Además, están las casas colectivas que albergan linajes completos, elemento común en las sociedades que tienen por base el clan. Varios cronistas señalan las grandes dimensiones de los caneyes, donde conviven varias familias, algún clan o familia extensa. Otra variante de edificación de las viviendas es el bohío, de tipo rectangular, que generalmente se destina a los caciques y hombres principales y en su parte superior, tanto estas como las anteriores, tienen un tiro de aire para la salida del humo y la barbacoa para almacenar alimentos y otros objetos dentro de las casas. Aunque no es posible precisar el número exacto de los pobladores a comienzos del siglo XVI, tanto cuantitativa como cualitativamente en el sentido del nivel técnico productivo y societario, el significado de la población indocubana de Baracoa supera al de los demás asentamientos de la isla. Pero de todas maneras no debe sobredimensionarse esto pues el total de habitantes en la ínsula para 1510, es solo de aproximadamente 200 000 habitantes y en Baracoa cerca de 3000.(10)Siendo el lenguaje resultado de la convivencia social se confirma su nexo con el medio y la cultura. El de Baracoa es el arauaco insular, con determinadas adaptaciones semánticas que responden a esa interacción con el espacio y con el parecido que se verifica respecto a la lengua maya de Yucatán. Otras denominaciones arauacas y específicamente caribeñas o consideradas por los lingüistas como “caribismos”, reflejan su cultura material -Cayuco, Sibucán, Conucos, Piragua, Barbacoa, Jaba, Hamaca, Batey, Guayo– y su realidad geográfica -Seboruco, Maguana, Yara, Boma, Mangle, Sabana, Tibaracón, Yagua-, su fauna o los recursos y recetas alimentarias como Tetí. También para la elaboración de instrumentos musicales se sirven de los recursos del medio, muchos de los cuales mencionan varios cronistas. Entre ellos el gran tambor mayohuacán, los cascabeles hechos igualmente de madera, sonajeros u olivas sonoras preparados con conchitas univalvas y el Guamo, Fotuto o trompeta de caracol. Además, los silbatos de huesos y collares de cuentas de olivas sonoras, así como las maracas. Muchos de esos instrumentos se usan en las actividades sociales y recreativas como el Areíto, ocasión en que se danza durante horas y se cantan textos referentes a las hazañas y genealogías del grupo. Esa ceremonia, con el mismo nombre y función existe en igual época en las zonas indígenas y costeras centroamericanas, y al igual que allá, no tiene siempre la misma significación, sino variantes de acuerdo con la finalidad que se persigue.Aunque no está confirmado que tuvieran dioses dedicados a la agricultura, se consideran como Cemíes típicamente agrícolas las “piedras de tres picos” y Areítos dedicados a obtener mejores cosechas. Estos se celebran antes de empezar esas fases laborales dedicándolas a los Cemís encargados de hacer crecer las plantas, de modo que funcionan como complementos de sus ritos y mitología agrícola, acompañando a veces esas sesiones con banquetes y libaciones del vino de maíz. Una de las características más evidentes y de consenso en los estudios sobre esas comunidades del arco antillano, es la devoción hacia la naturaleza y en consecuencia una cosmogonía vinculada a los fenómenos climáticos y a los de la geografía compartida. Ello se evidencia en el uso de la tierra, sus técnicas agrícolas, ritos, su espectro religioso basado en la supervivencia del alma y otras muchas prácticas.Los mitos parecen explicar la formación del mundo, la salida del sol y la luna, la creación del hombre y la mujer, la formación del mar, los dones de la yuca y del tabaco, además del reservado al héroe civilizador común a varias culturas americanas. De modo que sus divinidades están relacionadas con el sol, la lluvia, la tierra o el viento, factores que intervienen en sus siembras directamente, lo cual es en general la base de todas las mitologías. A todo lo últimamente expresado se vincula el Behique. Los pobladores tienen sus Cemís, los que reciben adoración en el altar erigido dentro del bohío del indio, en el caney sagrado que a modo de ermita existe en cada caserío y en las grutas convertidas en templos para la celebración de los ritos. Pero dentro de ese espectro, el Behique es quizás el personaje más influyente. Ejerce como médico, hechicero y sacerdote a la vez. También el Behique asiste a los enfermos y se vale de propiedades curativas de algunas plantas, de conocimientos adquiridos por la tradición y la experiencia, además de rituales mágicos pues la enfermedad se considera en muchos casos, como obra de espíritus malignos. Igualmente oficia en relación con los Cemíes, habla con ellos y recibe sus inspiraciones y para todas las funciones que le atañen tiene su propio Cemí, al igual que su maraca y su pipa o tubo en forma de “Y”, que le sirve para tomar las ahumadas de tabaco y polvos por la nariz.(11)Por otro lado, sus costumbres funerarias permiten captar también particularidades significativas desde el punto de vista de su concepción del mundo y formas de vida. Los enterramientos en las cuevas, acompañando al difunto con ofrendas de cerámica, restos de animales, instrumentos, etc., prueban una determinada convicción de la continuidad de la vida después de la muerte, así como la asociación del culto a sus antepasados en sus creencias. Así, los ritos que realizan responden a fines medicinales y religiosos y dentro de este último a sus creencias animistas. Y en los tiempos de ocio también esos pobladores practican deportes y otros entretenimientos. Las Casas y otros historiadores notifican que hombres y mujeres participan del “Batos”, juego que tiene lugar en los bateyes y sobre el cual se ha especulado también acerca de su influencia mexicana. En esos tiempos libres también se despliegan sus potencialidades artísticas, muestras de las cuales se pueden verificar hoy a través de los dibujos rupestres en los yacimientos arqueológicos. Hasta ahora se registran 91 petroglifos y en cada uno de los sitios hay otros restos, cerámicos por ejemplo. La principal zona de grabados es la altiplanicie Majana - Majayara – Yara, al este de la ciudad de Baracoa. Tal como sostienen algunos arqueólogos, dichas muestras reflejadas en rocas, tienen un mensaje muy amplio en cada rostro o trazo, como evidencias de momentos reales y elocuentes de su cultura material, sus experiencias, vivencias y sentimientos.(12)Los elementos que antes se explican no significan que sean culturas desarrolladas al estilo de otras en el continente, pues no pocas aristas indican las limitaciones de esa evolución en el espacio. Las principales enfermedades que padecen esas personas, por ejemplo, son las osteoarticulares, los procesos inflamatorios, la tuberculosis en los huesos, las alteraciones del desarrollo y del metabolismo, traumas, patologías maxilofaciales y sífilis. Claro que ellas tienen diferente grado de incidencia de acuerdo al nivel de los grupos. Los Taínos tienen mayor propensión a las caries porque su alimentación descansa en productos de la agricultura que tienen un alto contenido de féculas y almidón. Especialmente en los casos de las patologías maxilofaciales y las enfermedades osteoarticulares, las causas pueden estar, de acuerdo al criterio de Rivero La Calle y otros especialistas, en los componentes de la dieta aborigen, o en la forma de preparar los alimentos, aunque no puede descartarse el posible uso de los dientes como instrumento de trabajo o la utilización, en el caso de los incisivos superiores, para descascarar algunas semillas o la propia yuca.(13)No obstante las imperfecciones culturales, es evidente que tanto su organización social, su sistema religioso, las características del arte, así como la celebración de actividades recreativas, dan idea de una cultura propia y una estrecha relación entre esos hombres y el medio con el cual interactúan. Para dejar abierto el tema de los pueblos originarios Esas comunidades construyen y dominan sus herramientas de trabajo, el medio geográfico y desarrollan una explotación intensiva del área cultivable, todos indicadores importantes que ofrecen una visión aproximada sobre un proceso conformativo regional en ascenso. Los elementos naturales, geográficos, demográficos, económicos y culturales explicados hasta ahora, así lo sugieren por la concurrencia de estos de modo coherente y específico. No obstante, tomando en cuenta en sentido general el nivel de desarrollo alcanzado por los grupos antes de la conquista, es posible coincidir con Pérez de la Riva en que la productividad de los mismos es baja en sentido general y que ignoran guerras, así como superestructuras sociales y políticas complejas. De otra parte, su equilibrio demográfico es bastante inestable, lo que se evidencia en una natalidad poco elevada, reducida por los numerosos y severos tabúes sexuales y una mortalidad moderada por el aislamiento. No obstante, su adaptación milenaria a un ecosistema relativamente inmutable, los preserva de los cataclismos demográficos que se dan en Europa y Asia, pero como consecuencia de ello, serían muy sensibles a cualquier trastorno de su género de vida.(14) Se trata entonces de una serie de asentamientos relativamente conexos, con predominio cultural Taíno, con una acendrada cultura marítima que garantiza la interacción hacia el interior de todo el litoral y con otras islas. Un nivel específico de maduración debe tener cuando es allí, primero en Duaba y luego en río Miel donde Colón encuentra por primera vez hostilidad en los aborígenes del archipiélago. Los pobladores no escapan al bosque en busca de refugio, sino que responden a los visitantes con sus azagayas o lanzas en las manos, los cuerpos pintados y profiriendo gritos de guerra. Así, “(...) aunque el miedo persistiría como constante, a partir de los días baracoenses de Colón, se acudiría a la tecnología militar de principios de la última década del siglo XV para implantar la sumisión.” (15)De manera similar puede examinarse el acto de rebeldía que protagoniza el cacique Hatuey cuando se produce la conquista. Ambos hechos suelen interpretarse como aislados y como evidencias de una respuesta natural de grupos que en buena parte provenían de la isla vecina, cuando también pueden indicar una respuesta colectiva y localizada, en favor de la defensa del espacio ocupado, al que de alguna manera deben considerar como suyo.Claro que esto es preciso tomarlo con reservas pues aún no puede considerarse que el principio de consanguinidad haya cedido al de territorialidad, de acuerdo a una visión antropológica de esos fenómenos en el plano de la formación de regiones y naciones. No obstante, ese indicador es un signo positivo e importante para evaluar la virtual formación de una autoconciencia regional. Se trata de un proceso conformativo regional prehispánico con evidentes limitaciones, como se ha visto. Existe una relativa homogeneidad etnolingüística que descansa y se fundamenta en indicadores de los análisis históricos regionales tan importantes como los económicos, demográficos y culturales. Su condición de frontera este del archipiélago le facilita el nutriente Taíno del exterior en oleadas migratorias sucesivas, lo que resulta favorable desde el punto de vista demográfico y cultural porque proceden del mismo tronco étnico. Pero al mismo tiempo, la referida situación limita o retarda el proceso de formación / integración regional, mucho menos nacional o con la visión de nación correspondiente al espacio antillano caribeño. En el plano regional al interior de la isla, que es el espacio de convivencia inmediata, tales conjuntos necesitan tiempo para adaptarse y reflejar posturas identitarias respecto al espacio y sus intercambios humanos. Ello especialmente porque también ese medio no favorece la integración sino la dispersión de los asentamientos, en virtud de los obstáculos naturales que presenta, lo que a su vez es otra limitación para la consolidación de la región prehispánica. ¿Nación Taína o Identidad Taína en los pueblos antillanos? Tal como se ha confirmado en el epígrafe anterior, es preciso distinguir y profundizar en las esencias y culturas aborígenes taínas en Cuba para poder aprehender su alcance en la conformación de la identidad y la regionalizad en la isla. Aún y cuando la impronta indígena y especialmente Taína en Baracoa, es sumamente importante, no podría hablarse de “Nación Taína” propiamente, ni para los tiempos prehispánicos y mucho menos para la actualidad. La existencia de una nación –sea cual fuera la vertiente de enfoque que se asuma- depende de que la sociedad humana haya alcanzado una forma superior de integración en términos de territorio y no solo ocupación sino control de éste, economía, relaciones sociales, lenguaje y otras características, aunque contenga contradicciones en su interior. De manera que, de lo que si puede hablarse es de la identidad taína como componente de identidades nacionales y regionales en el caso cubano. En el caso particular que ocupa el presente trabajo, el elemento indígena es componente primario en el habla, la economía, el mestizaje, las expresiones artísticas y otros ámbitos de la sociedad regional. El estudio de la región histórica de Baracoa en la larga duración -tomando en cuenta sus modificaciones y los procesos culturales que dentro de ella han tenido lugar desde sus orígenes hasta lo que es hoy-, no puede dejar de contemplar lo indígena como uno de sus elementos de continuidad fundamentales.(16) Por ello, para este caso las preguntas ¿de dónde venimos y cuál era la región en sus orígenes? adquieren un especial relieve. El indicador referido al mestizaje es una muestra. Aunque observando la tendencia general de la Cuba de hoy, Baracoa se ubica en sintonía con el país en cuanto al incremento gradual y sostenido del mestizaje, el resultado actual del mestizo baracoeso es distinguible y por ello mismo identificado como “el tipo baracoense”. Las diferencias en su fenotipo se asocian a diversos factores históricos y especialmente a la impronta de lo indígena.(17) La población blanca representa por lo general entre el 40 y el 50 % dentro del total de población, manteniéndose en zigzag casi todo el tiempo y acusando una discreta disminución durante el último medio siglo. Mientras, la negra y mulata ocupa entre el 50 y el 60 %, porciento, un poco mayor que la anterior, pero sobre todo por los mulatos pues los negros, salvo en 1846, solo constituyen el 10 % o menos. A ello se agrega que la población asiática se registra solo a partir de la segunda mitad del siglo XIX y en proporciones inferiores al 1 %. Al considerar la relación de masculinidad en la población de cada uno de los grupos según color de la piel, se comprueba que aunque la tendencia en el total de población es de predominio masculino, esto es exactamente así en la población blanca solamente. Entre los mestizos predominan durante más de un siglo las mujeres y entre los negros predominan igualmente las mujeres a fines del siglo XIX, lo que confirma que el cruzamiento es inevitable y que obviamente la región debe tener especificidades en la composición e índice de las familias. Si se considera que la población asiática no tiene prácticamente significado en el mestizaje, y que hay un componente arauaco “invisible estadísticamente”, pero confirmado como con una alta presencia y sobrevivencia en la región que se estudia, es posible concluir que el mestizaje más sostenido ha sido entre blancos e indios, seguido por los mulatos que allí resultan de la mezcla entre blancos y negros pero especialmente entre blancos e indios durante la mayor parte del tiempo y finalmente el cruce de esos dos grupos con los negros. Se trata de un tipo de mestizaje particular que ofrece hoy un conjunto bastante homogéneo, incluso frente a regiones orientales donde también sobreviven por mucho tiempo los aborígenes y sus descendientes, como Bayamo y Guantánamo. La observación de los pobladores en el terreno permitió confirmar la existencia de zonas donde la ascendencia arauaca es más evidente, muchas de las cuales coinciden con lugares de sitios arqueológicos. Igualmente, zonas donde hay población de pigmentación más oscura, coincidiendo con áreas donde se ubicaron esclavos cautivos y apalencados.(18)El recurso onomástico permitió rastrear de forma aproximada el espacio y formarse una idea de la permanencia de esos componentes históricos del mestizaje, en las zonas que todavía integran la región histórica, en otras ya perdidas pero cuyo origen se encuentra en Baracoa y en algunas más lejanas pero muy vinculadas a la que se estudia por diversas vías. Menos evidente resulta en Moa centro y en Sagua, por haber tenido ambas un poblamiento más tardío y vinculado a otras regiones. También lógicamente se localizan algunos en Holguín por la costa norte: Cayo Mambí (hoy municipio Frank País), las zonas moenses de Cañete, Punta Gorda y Yamanigûey y en Guantánamo especialmente, en Yateras (hoy municipio Manuel Tames). En el espacio actual se confirman más de 120 apellidos cuyo origen se registra en Baracoa durante el tiempo objeto de estudio. De modo que los componentes indígena, francés y español, que son los principales, son perfectamente constatables. En algunos casos las mezclas que se observan hoy son bastante cerradas, como el caso de los Osorio–Osorio. Por supuesto, la encomienda y el sistema de imponer a los encomendados los apellidos de los dueños blancos, tal como sucediera luego con los esclavos, hace que existan hoy familias con los mismos apellidos, pero en unos casos con ascendencia blanca y en otros indios y mestizos. Alrededor de 50 apellidos confirman de modo aproximado la presencia francesa, algunos de los cuales han sufrido corrupciones por el idioma hispanizándose y a veces por el significado de lo fonético. En la época que se estudia a veces se escriben incluso de forma diferente en los documentos oficiales.(19) En general, la formación de familias como estructura básica de la sociedad regional, tiene allí especificidades marcadas también por la marginalidad y los componentes culturales antes explicados. A pesar de ser una región de vasto territorio en términos físicos y de baja densidad de población, la mezcla ha sido intensa y la repetición de los mismos apellidos en todos sus puntos es notoria. Por ello se ha hablado con razón de una cierta “endogamia regional”, lo que se manifiesta en la numerosidad de matrimonios que unen a sus habitantes, un grado de consaguinidad no despreciable y la restricción del número de patronímicos, algunos de los cuales están tan extendidos que dan lugar a numerosos matrimonios isonímicos.(20) Este fenómeno, común en otras regiones y zonas caracterizadas por la marginalidad y el aislamiento, se confirma al menos desde los registros del siglo XVIII. Todas las circunstancias descritas han influido en otros elementos que igualmente tipifican todavía a la región histórica baracoesa y sus pobladores. Entre ellos la cultura alimentaria, que reproduce el uso de componentes y formas de elaboración de platos particulares, con una alta presencia del elemento taíno, de su medio y tradiciones. Esa diversidad abarca desde la coctelería, hasta postres, platos salados y otros. En todos los casos sobresale el uso del coco (en su casco, agua, masa, leche y aceite), el recurso marino, el cacao y formas propias para nombrarlos, con lo que conecta la especificidad del lenguaje. Algunos cambios se han producido en las recetas, pero sobreviven muchas autóctonas o que lo fueron de habitual consumo en otras regiones cubanas -especialmente orientales-, pero que han permanecido ancladas solo en el lugar. Algunas como el propio Calalú, el Bacán, el uso de la leche de coco en las elaboraciones y otros, permanecen en la dieta de los pobladores de otras zonas del Circuncaribe, confirmando no solo el fundamento histórico de vínculos humanos, sino que, situaciones y medios similares pueden generar respuestas alimentarias y culturales parecidas, lo que igualmente es indicativo de un sentido de identidad regional de mayor dimensión. En cuanto al lenguaje, el peso del arauaco insular en la toponimia, en elementos de su cultura material y en otros aspectos es una evidencia importante, así como el efecto del aislamiento y la confluencia de condiciones específicas, lo que decide en que la región conserve normas lingüísticas que en el resto del país fenecieron y que también se considere única, sin vínculos directos con otras zonas, a diferencia de otras cuatro consideradas como zonas dialectales del país. Esto último a partir de un estudio lingüístico nacional que se realizó durante los años 70, como resultado del cual se clasificó a la región como Zona E, por sus variaciones semánticas y lexicológicas, como las omisiones de la “r” en los infinitivos, fonéticas, e incluso del lenguaje extraverbal.(21)Otras conexiones se detectan en aristas de la cultura espiritual. Permanecen, por ejemplo, costumbres y tradiciones antiguas propias, o que en otras partes de la isla ya han desaparecido. Las festividades por la tenencia de la Cruz de la Parra , otras de carácter religioso como los Altares de Cruz, las todavía tradicionales y de reputación peleas de gallos. La religiosidad, por ejemplo, mantiene en prevalencia al catolicismo y la variante regional de la Cruz de la Parra , seguida de expresiones protestantes que reverdecen últimamente, además de espiritismo cruzado y cultos afrocubanos, pero estos últimos en proporción ínfima. La presencia de adoraciones a fenómenos naturales, partería, curandería y otros, especialmente en las zonas rurales, se asocia al escaso desarrollo y al aislamiento, a la vez que a la presencia de remanentes de los sistemas religiosos indocubanos.(22)Manifestaciones artísticas como la pintura, la artesanía, la ebanistería y la escultura, reafirman como signos distintivos sus eslabones culturales más fuertes e históricos: el componente indígena, la cultura marítima y la exaltación del medio. También sobresalen el refinamiento y la maestría en el trabajo con variedades de madera y otros componentes naturales para la recreación, la vida cotidiana, el estilo de las viviendas, la elaboración de objetos para el placer artístico propiamente y otras finalidades similares. Especialmente relevante es la música, por la permanencia de las tradicionales variantes autóctonas que precedieron al son -Kiribá y Nengón- con sus respectivos bailes, cuyos movimientos rítmicos advierten sobre esa cultura de mar arraigada en la región.(23)El referido espectro se conecta directamente con un sentido de pertenencia regional muy arraigado que aún prevalece y se ufana de su autenticidad (“nosotros los baracoenses”). Claro que el sentido de arraigo en una región deprimida como esta, se produce de manera lenta respecto al resto de las primeras villas que devienen en centros nodales de sus regiones históricas. Mientras en Cuba el siglo XVII se ha identificado como el siglo formativo, en Baracoa dicha cualidad le corresponde al XVIII realmente. Pero las otras especificidades geográficas e incluso de su condición deprimida, aceleran tal vez más que en otras esa formación identitaria, como se verá a lo largo del trabajo.A la anunciada lentitud contribuye que la situación de despoblamiento se prolonga allí más de un siglo, a diferencia del resto de las primeras fundaciones y luego es más que todo una región emisora de población, además de que recursos como la imprenta y la prensa, por ejemplo, que contribuyen a fomentar ese sentido de arraigo e identidad, aparecen más tarde en la que se estudia que en las otras, incluso orientales.Además, la región tiene que contar con segmentos de población que -ya fuera por haberla elegido como zona de refugio (negros apalencados, por ejemplo), o por ocupar espacios intrincados huyendo de la colonización (los autóctonos)- se marginan del proceso regional por mucho tiempo, por lo cual su incorporación es lenta y no articulada en plazos cortos ni medianos al conjunto y a los moldes culturales que se van sedimentando en el espacio regional. Pero al mismo tiempo, esos elementos en el tiempo largo generan un sentido de unidad cultural considerable. De sus componentes étnicos originarios más importantes, el indígena especialmente es considerado en la identidad regional por su peso y por la distinción que le confiere a la región, a la vez que su significado en el sentido de su conservación, también alude a la condición deprimida y marginada de ella. Presente en toda la cultura material y espiritual de lo baracoeso, ese rasgo se confirma y reproduce también por la existencia –como antes se indicara- de zonas (Yara, Majayara, La Ceiba en Sabanilla, Los Calderos, el Bagá y otras) donde esa huella está físicamente presente. La pertenencia descansa igualmente en la conciencia y legitimación de esa convivencia espacial a lo largo de siglos en condiciones de aislamiento, en la racionalización de la autenticidad de su primacía, de su modo de ser, de su cultura, elementos todos que los hacen distinguirse para bien, y que los asemeja al resto de la isla en los valores más auténticos de la cubanidad.(24) En cuanto al medio, dicha autenticidad se expresa en la conservación por excelencia de la mayor reserva de flora y fauna endémica del país, en un tipo de mestizaje original, en el sentido de “pueblo terminal” que ha sido zona de abrigo y confinamiento, lo que en cierta medida condiciona una especial confraternización con el que llega. También en su sentido de autosuficiencia como comunidad y todo el efecto que genera el hecho de haber sido débilmente influida por la cultura azucarera.

Notas al pie:
1.
Se asume como región histórica el espacio geográfico social –en este caso intranacional– en el cual la ciudad actúa como centro jerarquizante y en el que confluyen de manera coherente características económicas, sociales, políticas, culturales e ideológicas, cuya interacción en el tiempo largo produce una identidad que perdura en su trayectoria y que se modifica dentro de su propia dinámica, sin que por ello deje de pertenecer y estar influida, por el exterior del que forma parte.
2.
Ver: Ignacio José de Urrutia y Montoya: Teatro histórico, jurídico, político y militar de la Isla Fernandina de Cuba y principalmente de su capital La Habana , en José Martín Félix de Arrate : Los tres primeros historiadores de la isla de Cuba , Imprenta y Librería de Andrés Pego, La Habana , 1877, tomo III, .p. 130 y 482. Para Felipe Pichardo Moya, existían 26 provincias indias, pero si el Cacique era un jefe local cuya autoridad no debió extenderse fuera de los límites del poblado -criterio que también compartieron en su momento Herrera, Felipe Poey y José María de la Torre- no puede existir certeza en cuanto a que unos territorios pertenecieran a otros, como se verificara en La Española. No obstante Moya supone la relación entre las zonas partiendo de un caso (Sabaneque respecto a Camagüey) que aparece en un texto de Velásquez. Ver de este autor: Cuba precolombina , Editorial Librería Selecta, La Habana, 1949, p. 92.
3.
J. M. Guarch: El Taíno de Cuba. Ensayo de reconstrucción etnohistórica , Academia de Ciencias de Cuba, La Habana, 1978, p. 131 y de J. M. Guarch y Alejandro Z. Barceló: Los Cemíes olvidados , Publicigraf, La Habana, 1993, p. 58. Esto a pesar de que debe tomarse en cuenta el criterio de que la división del territorio en cacicazgos implicaba la desunión de toda la población que aún no había logrado integrar unidades más complejas, como lo eran por ejemplo, las Confederaciones de Cacicazgos de La Española. Tomado de: Estrella Rey: El colonialismo temprano en Cuba: 1511-1517, ponencia presentada en el IV Encuentro de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe, Bayamo, 1993, Folleto en Biblioteca Nacional “José Martí”.
4.
“ Descripción de la isla de Cuba y de sus primeros habitantes “copiada del tercer volumen manuscrito de la Historia General de las Indias por Fray Bartolomé de Las Casas, Obispo de Chiapas, en Memorias de la Real Sociedad Patriótica de La Habana , tomo IV, III Serie, La Habana , 1837, p. 287.
5.
Las cifras de sitios arqueológicos en todas esas zonas que forman parte de la región histórica de Baracoa durante algún período, se han actualizado con los datos de los estudios municipales de Baracoa, Maisí, Imías, San Antonio del Sur, Sagua de Tánamo y Moa. En el caso de Baracoa se complementa con la obra de Roberto Ordúñez y Kim Mittieri. Ver Bibliografía.
6.
La zona Yara-Majayara contiene un sistema cavernario dividido en tres terrazas: Yara, Majana y Majayara, nombres que corresponden a la situación toponímica en que se extienden. En la Cueva de la Lluvia o Cueva del Ser, se halló una escultura de gran valor artístico, de 1.08 metros de largo y un relieve de más de 20 cm saliendo de la pared de piedra viva, que resulta impresionante. Ver de Kim Mittieri y Roberto Ordúñez: Taínos. Diario de la expedición cubano-catalana Arqueológica Baracoa 2000, Ediciones El Mundo Gordiano, España, 2001, P. 75 y 86.
7.
El casabe se obtiene a partir de la elaboración de su raíz venenosa para obtener el pan casabe, que constituye el producto principal con un significativo impacto en toda la conformación cultural. Esto se confirma con el hecho de que en el 91% de los sitios arqueológicos de la región, se encuentran fragmentos de Burén.
8.
Roberto Mateizán: Cuba pintoresca y sentimental , Santiago de Cuba, s.f, tomo I, p. 135.
9.
Ayúncololocal se refiere a la regla de residencia por la cual un muchacho debe volver al poblado del hermano de la madre. Tomado de Lourdes Domínguez, Jorge Febles y Alexis Rives: “Las comunidades aborígenes de Cuba”, en Instituto de Historia de Cuba: Historia de Cuba. La colonia. Evolución socioeconómica y formación nacional, desde los orígenes hasta 1867, Editora Política, La Habana, 1994, p. 47.
10.
Ob. cit. (13), p. 50. Claro que los resultados de las investigaciones arqueológicas pueden modificar este dato en el futuro, tal como lo fue la cifra de 120 000 en su momento. Ver de Juan Pérez de la Riva : Poblamiento y ciclos económicos de Cuba, [s.l, s.n, s.a,], p. 2.
11.
Este asunto se cruza con una confusión entre el efecto narcótico de la planta llamada Campana, usada como componente de la Cohoba o Cohiba y el consumo del tabaco en ese tiempo, como medicina y para actos religiosos. Para mayores detalles consulte de Francisco Pérez de la Riva: La agricultura indoantillana. Su aporte a los cultivos y la alimentación humana, La Habana, 1951, p. 48-49. También ofrecen información sobre el particular la ob. cit. (13), p. 23 y Jacobo de la Pezuela: Diccionario geográfico, estadístico e histórico de la isla de Cuba, Madrid, 1863, Tomo IV, p. 563.
12.
Mittieri y Ordúñez…ob. cit. (9), p. 119, 120 y 159-160.
13.
Manuel Rivero La Calle : “Enfermedades pre y postcolombinas en las Antillas mayores”, (s.l, s.n, s.a)
14.
Pérez de la Riva.. .ob. cit. (16), p. 2.
15.
Pérez Guzmán...ob. cit. (14), p. 148
16.
Se asume como región histórica el espacio geográfico social –en este caso intranacional– en el cual la ciudad actúa como centro jerarquizante y en el que confluyen de manera coherente características económicas, sociales, políticas, culturales e ideológicas, cuya interacción en el tiempo largo produce una identidad que perdura en su trayectoria y que se modifica dentro de su propia dinámica, sin que por ello deje de pertenecer y estar influida, por el exterior del que forma parte
17.
De acuerdo a los estudios de Eric Dubesset, ese “tipo baracoense” se caracteriza por una débil coloración de la piel y por la supervivencia de ciertos rasgos mongoloides de los indios taínos. Ver de dicho autor…ob. cit. (32), p. 112.
18.
Este análisis se basa en estudios precedentes como el de F. N. Escoto: Tornando atrás. La verdadera ruta de Colón; entrevistas realizadas al Lic. Roberto Ordúñez, presidente de la Sociedad Arqueológica de Baracoa, Lic. Elecsis Fernández Ribio, subdirector del Museo Matachín, Lic. María Court, directora de la Biblioteca Municipal y Lic. Enrique Froilián, además del trabajo de terreno realizado en la región durante los últimos años.
19.
De modo sobresaliente se pueden confirmar como de ascendencia indígena a Romero, Gutiérrez, Ramírez, Pineda, González, Pérez y Osorio. Entre los franceses Venguet (antes Begué), Mulné (hoy Monné), Nourell (hoy Maurell), Ruens (hoy Ruenes), Lallet (hoy Salé), Brocard (antes Brocal) y otros. De amplia presencia en la región actual son Nicó, Mirabens, Laffita, Sabó, Court, Ferrand, Bravet, Delabat, Gilbert, Dupotet, Fideau, LLorens y Bulté. Para este examen se utilizaron los datos de documentos de la época (siglos XVI al XIX), tales como padrones locales, cartas, listados de milicias, relación de encomiendas y otros, junto al Directorio Telefónico. Zona Oriental , ETCSA, La Habana , 2002, más el trabajo de terreno realizado en todas las zonas que integran la región a lo largo de su proceso evolutivo: San Antonio del Sur, Imías, Maisí, Baracoa, Moa, Sagua de Tánamo y también Guantánamo por las fronteras, al igual que Holguín por la incidencia en Cayo Mambí.
20.
En este caso, isonímico se refiere a matrimonios con los mismos apellidos. La endogamia regional, que es un término de la Etnología , se expresa en la obligatoriedad de los individuos de una comunidad de casarse solo entre sí. Ver de Dubesset…ob. cit. (32).
21.
Ver de Choy López…ob. cit. (37), p. 90-91. El Instituto de Literatura y Lingüística conserva un banco de datos sobre el trabajo de campo realizado, que contiene información escrita y visual sobre esta y las otras cuatro zonas. Este estudio merece ser continuado. En el trabajo de campo realizado para esta investigación se detectaron variaciones igualmente semánticas y fonéticas al interior de la región (zonas rurales–zona urbana) que pueden aportar nuevos elementos al respecto.
22.
Algunos autores han tratado el tema en diversos trabajos, tales como Osvaldo Navarro: “Baracoa. La primera villa. Reafirmación de los orígenes”, en Bohemia, no. 23, junio 5 de 1992; José A. García Molina: “Los aborígenes cubanos: leyenda de una extinción”, en Temas, no. 7, La Habana, 1996, p. 28-36 y el trabajo de campo realizado por la autora durante los últimos años.
23.
Estudios actuales cuestionan las conclusiones repetidas en la historiografía acerca de la desaparición de los areítos y de la cultura indígena, encontrando nexos entre aquellas expresiones y las musicales actuales; entre ellas y sesiones de espiritismo de cordón, por ejemplo, de modo que es todavía un camino abierto. José A. García Molina, investigador de la Biblioteca Nacional “José Martí”, está terminando una obra sobre el tema y otros aspectos del espectro cultural indígena en la sociedad cubana actual, especialmente de las regiones orientales.
24.
Un enfoque esencialmente antropológico y bastante bien logrado aunque no se compartan todos sus criterios, especialmente a las relaciones fronteras físicas–identidad, es el de Dubesset…ob. cit. (32).

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